viernes, 28 de septiembre de 2007

Viajar es un placer...

Hasta que encontré un trabajo como el que tengo ahora, en el que viajo bastante seguido, solía viajar con mi gran amiga Patín (Sin ruedas) especialmente durante los fines de semana largos, que son ideales, porque en poquito tiempo pude conocer lugares puntuales que en algún momento me llamaron la atención y a los que no les dedicaría todo el tiempo de las vacaciones, por ejemplo.
Con Patín visité Puerto Madryn, Las Grutas y también emprendimos el viaje a San Juan y a La Rioja para conocer el famoso Valle de la Luna que queda en el parque Ischihualasto y también Talampaya. El viaje lo hicimos en septiembre y con tanta suerte, que nos tocó el fin de semana más frío del año y visitamos el Valle de la Luna en el momento en el que después de 18 años -según nos dijeron- nevó. La experiencia estuvo bárbara, del frío mejor ni hablar. Mucho chocolate y un poco de whisky solucionaron el tema. No sé si la superficie de la luna será así, pero posiblemente se parezca mucho (el mes pasado cuando fui al observatorio astronómico a verla -porque durante unos días la luna estuvo a la distancia más corta de la tierra en el año- me hizo acordar a Ischihualasto. Mi aventura no será del nivel de la Neil Armstrong, pero tiene lo suyo).
En cambio, Talampaya me hizo acordar a las películas de cowboys. Con un poco de imaginación, uno se cree Jim West.
Algo que me llamó la atención de la excursión que contratamos para recorrer estos parques es que las únicas dos argentinas éramos mi amiga y yo… el resto, puro extranjeros… en fin...